La poeta marratxinera Laura Torres Bauzà (1990) ha participado recientemente en la Semana de las Letras de Marratxí. Hace unos meses ganó el III Certamen Arte Joven de Poesía Salvador Iborra por su poemario ‘Los tiempos últimos’. El jurado premió su poemario por unanimidad » por la limpieza en la composición y el interés de las imágenes y reflexiones que propone».
Torres estuvo cuatro años trabajando en este poemario que habla sobre el fin del mundo de una forma irónica. Una obra que terminó de escribir durante el confinamiento. Laura se define como artista visual donde «la escritura siempre ha estado entremezclada».
Torres es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona y doctoranda en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra. Además tiene un Master en estudios comparativos en literatura, arte y pensamiento; y un Master en Producción e investigación artística. Laura Torres ha compatibilizado la escritura con una amplia labor plástica con exposiciones en numerosas galerías como La Casa Encendida, el Casal Solleric, la Fundación Feliciano Fuster, la Fundación Vila Casas o la Casa Elizalde.
¿Qué puede encontrar el lector en tu poemario?
‘Los Tiempos últimos’ es una recopilación de reflexiones sobre cómo explicamos el final de vida, en su concepción más amplia, sobre la necesidad humana de explicar el final y también de poner un contrapunto a la caducidad de la existencia humana. Yo he querido buscar un punto irónico, que no sé si encontrará el lector, en reírnos de nosotros mismos ante el continuo anuncio de un final, a pesar de que yo pienso que las cosas se solapan y vuelven a empezar. A mí me gusta pensar de una forma más cíclica.
¿Cómo has vivido la pandemia?
A mí me cogió la pandemia en Barcelona, en un piso relativamente pequeño, y así como hay gente que dice que ha aprovechado mucho el tiempo durante la pandemia, yo para algunas cosas quizás sí, pero la situación me ponía un poco nerviosa. Me costaba concentrarme, leía y no retenía. Sí que es verdad que he terminado el poemario durante la pandemia, pero porque estaba muy al final del proceso, haciendo retoques, pero si hubiera empezado desde cero no sé si lo hubiera acabado.
¿Cómo ves la adaptación del mundo de la cultura a las restricciones de aforos, horarios y a la distancia social?
Son actos culturales muy diferentes a los de antes, pero lo tenemos que hacer. Durante el confinamiento se hicieron cosas online bastantes interesantes y pudieron disfrutar de la cultura, de esa manera. Y ahora a ver si poco a poco podemos encontrarnos más cerca.
¿Cómo has visto Marratxí después de vivir durante doce años en Barcelona?
Cuando vuelves a tu casa tiene esa cosa de reencontrar a la familia y estás cómodo y contento. Para mí Marratxí es donde he estado siempre, viví aquí, estudié en el Liceo y he hecho vida aquí, así que por mí Marratxí es como mi casa.
¿Dónde trabajas actualmente?
Volví para hacer una residencia en Casa Planas, el archivo fotográfico de Palma, y estando allí empecé a trabajar en la UIB, en el LiCETC, el grupo de Literatura contemporánea: estudios teóricos y comparativos, vinculado al Departamento de Filología catalana y Lingüística General de la Universidad de las Islas Baleares. Ahora mismo estoy trabajando al proyecto Poaf, que pretende examinar la poesía catalana del siglo XXI desde la perspectiva de los estudios afectivos: teorías, implicaciones de género y aplicaciones prácticas textuales y performativas.

¿Cómo te encuentras más cómoda, como escritora o como artista plástica?
La verdad es que tengo que esperar a tener una idea en la cabeza bastante tiempo, no me lanzo a una idea si no la tengo más digerida. Y cuando ya la tengo más procesada, pienso la manera en que puedo expresar mejor. A veces es mediante la escritura y a veces mediante la imagen o combinando ambas cosas, como puede ser a través del audiovisual o programas informáticos que te permiten combinar una parte de discurso con imágenes o vídeos. Me gusta mucho cambiar de disciplina porque cada cambio supone también un aprendizaje porque tienes que mirar cómo funcionan las cosas y tienes que insistir, reescribir, y todo este proceso evidentemente te enriquece.
¿Cuáles son tus referentes?
A mi me gusta citar a Andreu Vidal porque empecé a escribir poesía gracias a él. En la biblioteca de mi casa había unos libros de Andreu Vidal que mi padre había comprado casi por casualidad, y en ellos descubrí una poesía muy diferente a la que nos enseñaban en la escuela, que era más clásica.
Además, estás estudiando el doctorado, ¿sobre qué estás investigando?
Estoy estudiando un autor que se llama Harun Farocki, un cineasta y artista experimental alemán. Su obra es una excusa para hablar de teoría y crítica de la imagen porque él parte del montaje para hablar de las imágenes a partir de las imágenes mismas. Su metodología tiene que ver con una especie de constelación donde una imagen se relaciona con la imagen próxima y sobre el diálogo que se establece y permite hablar de la ideología que hay en las imágenes que, aparentemente, creemos que son neutras cuando no lo son.
¿Cómo ves la situación de la cultura con la influencia de las nuevas tecnologías y la gran oferta audiovisual que deja cada vez menos tiempo para la lectura?
Creo que la cultura en nuestro país está muy precarizada y es difícil hacer cosas y hacerlas bien. Pero me gusta también pensar en la parte positiva. Estamos en el momento de la historia que más gente sabe leer y más gente puede acceder a la cultura. Y aquellas personas que lo quieren hacer, lo pueden hacer.