“No puede ser que demos tabletas y móviles a niños y niñas y ni siquiera les supervisemos”

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-¿Cuáles han sido los logros de Policía Tutor desde su implantación en Marratxí?

En sus inicios el Programa Policia Tutor en Marratxí tuvo un gran impacto en la reducción del absentismo escolar, de actos vandálicos y de venta de drogas en los alrededores de centros escolares. Con el paso de los años, las funciones se fueron ampliando y en la actualidad actuamos en todo tipo de delitos cometidos o sufridos por menores y en la resolución de conflictos tanto a nivel escolar como a nivel familiar, llegando a convertirnos en referentes para todas las familias y la comunidad educativa. En la actualidad integramos la unidad dos agentes, Guiem Ensenyat y yo.

 -¿Qué tipo de casos tratáis y cuáles son los más preocupantes?

En la actualidad los servicios que más atendemos son violencia en el ámbito familiar y problemas derivados del mal uso de internet y de las redes sociales. Ambos son igual de preocupantes, ya que la violencia en el ámbito familiar es muy grave y tiene consecuencias terribles para las familias y el mal uso de internet hace que los menores estén expuestos a una cantidad de riesgos innumerables.

¿Cómo ha influido la pandemia en el comportamiento de los chavales? ¿Ha cambiado el tipo de problemas y retos que se plantean?

Los jóvenes fueron los grandes olvidados de la pandemia y algunos lo pasaron muy mal. A la hora de volver a sus costumbres anteriores tuvieron grandes dificultades, sufriendo problemas de ansiedad. Tras la pandemia ha habido un alarmante incremento en los intentos de suicidios y autolesiones en adolescentes, lo que hace que los profesionales que trabajamos con menores tengamos que hacer todo lo posible para ayudar a los jóvenes y a sus familias para revertir esta situación lo antes posible.

-Trabajáis en contacto con los chavales, las familias y los centros educativos. ¿Cómo os llegan los casos y cuándo intervenís?

Los casos pueden llegarnos por multitud de vías. Normalmente recibimos copia de todos los informes de otros compañeros en los que hay menores involucrados. Cuando estamos de servicio, evidentemente nos pasan todas las llamadas que recibe la central de nuestra Policía si hay problemas con algún menor. Mantenemos reuniones periódicas con centros educativos y Servicios Sociales, quienes nos derivan los casos y tenemos un correo electrónico y un teléfono móvil a disposición de todos los centros escolares y de los vecinos de Marratxí. Intervenimos siempre, en mayor o menor medida, cuando tenemos información de que hay un menor involucrado. Las actuaciones puden ser muy diversas y nos coordinamos con otras áreas municipales, así como con la Fiscalía de Menores y el Servicio de Protección al Menor.

-¿Qué habilidades debe tener un policía tutor para hacer bien su trabajo y conectar con los chavales?

En mi opinión la cualidad más importante es la empatía, que los jóvenes puedan sentirse a gusto cuando hablan con nosotros. Eso permite que se relajen y accedan a colaborar. Indudablemente hay que estar actualizado, si la mayoría de problemas que tienen en la actualidad tienen relación con internet, como Policía Tutor tenemos que conocer su mundo. Qué aplicaciones usan, qué hacen en las redes, los nuevos retos virales, etc. Y por último vocación, ya que te permite abordar los problemas con la fuerza necesaria para poder ayudar a los menores y sus familias de la mejor manera posible.

-Hace unos meses impartiste un taller sobre la necesidad de desengancharse de las pantallas tras una sobreexposición en la etapa más restrictiva de la pandemia. ¿Se ha iniciado la desescalada digital?

Con la vuelta a la “normalidad” y a medida que han ido retomando sus actividades extraescolares y la vuelta a la sociabilización, han ido reduciendo el consumo de internet, aunque también es cierto que esa sobreexposición a las pantallas que sufrieron en la pandemia ha hecho que a muchos de ellos les esté costando esa desescalada digital y en la actualidad todavía estén frente a una pantalla mucho más tiempo del recomendado.

-¿Cuáles son los síntomas de esa adicción digital?

El más claro y preocupante es la gran dependencia digital que conlleva incapacidad para realizar sus tareas cotidianas. Otros indicadores pueden ser la tristeza o irritabilidad cuando no pueden estar conectados, la reducción de horas de sueño, falta de concentración, incapacidad para relacionarse a nivel familiar o la sustitución del mundo real por el digital, es decir que todo lo que hace o dice es sobre su vida digital.

-Dijiste en ese taller que era más peligroso dejar a un joven de 12 años frente a internet que dejarlo solo en la calle de madrugada. ¿Por qué?

Cuando dejamos sólo a un menor en su habitación con un dispositivo conectado a internet está mucho más expuesto a riesgos que si estuviera en la calle. Esa falsa sensación de seguridad hace que los padres nos relajemos y que nuestros hijos puedan estar rodeados de riesgos. En media hora en su habitación con un teléfono móvil, puede estar hablando con desconocidos, ser acosado, compartir imágenes inapropiadas, acceder a contenido inadecuado, hacer apuestas deportivas y un largo etcétera que seguro que no podría hacer en la calle.

-¿Qué recomendaciones das a los padres para que controlen el uso de internet de sus hijos?

Los padres tenemos que involucrarnos más. Tenemos que conocer el mundo de nuestros hijos. Siempre digo lo mismo, si mi hijo juega a una nueva aplicación yo me la instalo y juego para ver qué es, cómo funciona y saber si es adecuada para él. Si hago eso encima luego puedo hablar con él del juego y conectar más con él. Para mí lo principal es el acompañamiento, no dejar que aprendan ellos sólo a través de prueba y error. Tenemos que introducirles en el mundo digital de manera progresiva y supervisada hasta que su madurez les permita hacer un uso correcto por ellos mismos. Lo que no puede ser es que le demos tablets a niños de tres años y móviles cuando tienen ocho años y encima ni les enseñemos a usarla ni los supervisemos. Antes de los doce años que un menor tenga un móvil con acceso a internet me parece una barbaridad y los padres no saben los problemas que conlleva. Al igual que las redes sociales. En España las redes sociales pueden usarse a partir de los catorce años, pero cuando impartimos un taller en clases de quinto de primaria y preguntamos cuantos tienen redes sociales levanta la mano casi toda la clase. Si le damos acceso a internet y redes sociales a tan temprana edad, qué menos que enseñarles lo que es correcto o incorrecto, qué riesgos pueden sufrir, a comportarse de manera respetuosa con otros usuarios y a proteger su identidad digital. No podemos darles un móvil y limitarnos a estar tranquilos porque así no molestan.

-Actualmente adultos y jóvenes exponen sus vidas, sus cuerpos, sus rutinas e incluso sus propios domicilios y objetos de valor a ojos extraños, ¿qué riesgos tienen esas actitudes? Puedes ponernos algún ejemplo real.

Esas actitudes conllevan innumerables riesgos y por desgracia ejemplos reales te podría poner a diario. Por citar alguno, te diré que por desgracia es muy habitual que un chico o una chica, le mande fotos o videos íntimos a su pareja, lo que se conoce cómo sexting, y al romper la relación esa foto sea difundida en el grupo de whatssap de la clase en principio, para pasar a una difusión masiva e incluso llegar a aparecer en páginas para adultos en internet. Es un delito muy grave y tiene grandes consecuencias para el que difunde las imágenes, pero el daño moral que sufre la víctima muchas veces es irreparable.

-¿Crees que los padres están informando a sus hijos correctamente y a tiempo de los riesgos a que se exponen en internet y en la vida real?

NO! Los padres de hoy en día alegando que los hijos saben más que nosotros, que aprenden más rápido y que ellos han nacido con habilidades para internet que nosotros no tenemos parece que nos excusamos sin más. Les permitimos usar las pantallas prácticamente desde que nacen, no respetamos las recomendaciones sobre el tiempo que pueden estar frente a las pantallas, les damos un móvil antes de los doce años, les permitimos tener perfiles en redes sociales antes de los catorce y encima no les acompañamos en el camino porque ello saben más!

-¿A qué edad debe darse un móvil a un niño y con qué condiciones?

Lo más correcto sería a los 14 años, pero dependiendo de la madurez del menor y de las necesidades sería correcto a partir de los 12 de manera progresiva y supervisada. El primer dispositivo que le demos tiene que ir acompañados de unas normas de uso y de las consecuencias si incumple estas normas.

-Hace 20 años el acoso escolar estaba limitado a los centros educativos, pero actualmente un joven puede estar siendo acosado en el centro y a través de internet durante las 24 horas del día, ¿cómo afrontáis estos casos y qué recomendáis?

El acoso ahora no acaba nunca! Los casos los afrontamos igual que antes, primero intentamos ayudar a la víctima, para posteriormente centrarnos en los posibles agresores, sin olvidar nunca que tras un menor que ejerce violencia escolar sobre otros compañeros, puede haber algún otro tipo problemática familiar. Recomendamos que los padres refuercen mucho a sus hijos y tengan una comunicación fluida, para que no se conviertan ni en víctimas ni en acosadores escolares, recordándoles que no tienen que hacer acoso escolar a nadie, si lo sufren tienen que buscar ayuda comunicándoselo a un adulto de su confianza y si ven que algún compañero o compañera los sufre, no debe permitirlo y también debe contarlo.

-En el tiempo que llevas como policía tutor, ¿has notado una evolución en el tipo de problemas que os llegan a comisaría por un cambio en la forma de educar o en la aceptación de los límites por parte de los jóvenes?

Totalmente, con la aparición de internet y las redes sociales el trabajo ha cambiado completamente, ahora la mayoría de casos tiene relación directa o indirecta con internet. Evidentemente si los menores tienen acceso a las pantallas pero no tienen normas claras, se producen muchos conflictos. Los padres tenemos que adaptar nuestra forma de educar, no podemos decir a mí me educaron así y me fue bien, porque cuando nos educaron a nosotros no había internet, así que a lo mejor lo que nos sirvió a nosotros no les sirve a nuestros hijos. Los límites hay que ponerlos cuando son pequeños e ir adaptándolos, porque si no lo hacemos cuando son mayores e intentamos hacerlo, cómo no están acostumbrados no tienen capacidad de frustración y es cuando se producen situaciones violentas.