De Marratxí en Valencia. De la tierra del barro en la tierra de las fallas, en un viaje pensado para ser de ida y vuelta, una vez se haya terminado de formar como artista fallera en la capital valenciana. Este es el episodio vital de Mercè Muntaner, una vecina de Es Pont d’Inca que un buen día, hace dos años, decidió hacer las maletas para irse a estudiar para ser artista fallera.
-¿Quién es Mercè Muntaner?
-Es una persona preparada para superarse en todo momento tanto personal como profesionalmente y para mirar siempre adelante. Tengo 41 años, estoy casada con dos hijos, y pasé mi infancia y juventud en Es Pont d’Inca, cerca de Son Bonet. De hecho, somos vecina todavía hoy. Tengo recuerdo de hacer muchos paseos con el padrino, siempre me había gustado el campo y sacar a los animales. Eso sí, tengo el corazoncito a distintos núcleos de Marratxí. Uno de mis hijos jugó al fútbol con el equipo del Pla de na Tesa, y todos nosotros somos miembros del grupo excursionista La Púa, de Pòrtol…
-¿Cuántas veces había estado en las Fallas?
-Solo las había visto por la televisión o a través del ordenador, y siempre me habían fascinado, pero directamente nunca las había vivido en primera persona.
-En todo caso, pasó de estudiar para auxiliar de enfermería a hacerlo en Valencia como maestra fallera. ¿Por qué de este cambio tan sustancial? ¿Qué le impulsó a hacer este paso?
-Sí, el cambio ha sido importante, es verdad. Voy ejercer como auxiliar de Enfermería durante un periodo de seis años y medio. Por otra parte, desde niña siempre me han gustado las pinturas, las manualidades, ejercicios que se me dan bien y que he ido aprendiendo de manera autodidacta, a mi manera. Hace dos años, mi marido y yo nos apuntamos a un curso de crecimiento personal durante un fin de semana muy intenso. Allí me planteé si realmente hacía lo que más me gustaba y me respondí que no. De este modo, por supuesto, tenía que cambiar. Y decidí inscribirme para cursar los estudios del grado superior de Formación Profesional de artista fallero y construcción de escenografías, que en toda España solo se hacen en Valencia, Castellón y Alicante. Yo tenía constancia de su existencia desde hacía seis años, pero no me había atrevido a dar el paso. Afortunadamente y para mi sorpresa, fui una de las 25 personas seleccionadas para estudiar en Valencia. Y en eso estamos desde septiembre de 2018… Fue un cambio a todos los niveles, no solo para mí, sino también para mi marido y los dos hijos. El primer año todo fue nuevo para mí, pero con voluntad y ganas he podido salir adelante y formarme para hacer lo que me gusta.
-Como dice, el esfuerzo y el cambio no sólo ha sido su sino también de toda la familia.
-Sí, exactamente. Yo casi no había salido nunca de Mallorca, más que esporádicamente. Todos sabíamos que aquello supondría un cambio importante en nuestras vidas y un esfuerzo considerable. Mi hijo pequeño, que entonces tenía 17 años, me acompañó el primer año. La tensión y los nervios del cambio fueron tan fuertes que tuve una úlcera de estómago, que me hizo pasar muy mal, ya que ni siquiera podía comer. Eso sí, no falté nunca a clase. Los profesores se hacían cruces … Mi estancia en Valencia es motivo de crecimiento personal y profesional: me he superado.
-¿Cómo van estos estudios a día de hoy? ¿Qué es lo más importante que aprende?
-Estoy muy contenta y más adaptada que el primer año. Teniendo en cuenta que partía de menos de cero, el progreso creo que es importante. Me gusta todo lo que aprendemos, aunque por ejemplo no cursamos tematización, y eso se echa en falta. La mayor parte de profesores que tenemos son artistas falleros. En este punto del segundo y definitivo curso, estoy haciendo prácticas en una empresa del barrio de Ciudad Fallera, en Valencia mismo. Es la más importante de Valencia en tematización. Esto me permite saber cómo es la vida profesional que puedo esperar el día de mañana. Tenemos que pensar que la elaboración de una falla se compone de distintos procesos y fases, y todos son importantes: croquis, modelado, papel, capas, lijado… En toda la Comunidad Valenciana, las fallas son un referente. El día de la cremà es el 19 de marzo, San José, pero las fallas ya se plantan en las calles y barrios de ciudades y pueblos unos días antes. Incluso se corta el tráfico. El maestro fallero tiene un reconocimiento social muy alto, es una persona reconocida y valorada. Para llegar a serlo hacen falta muchos años de preparación y de experiencia. Por otra parte, cada falla se hace posible a través de las cuotas que aportan los miembros de las respectivas comisiones. En el momento de la cremà, hay mucho sentimiento, ves muchas personas llorando: tanto artistas como público.
-¿En qué consistirá su trabajo, una vez terminados los estudios?
-Eso es lo que me estoy planteando, junto con mi familia, a estas alturas. Por un lado, existe la posibilidad de que me contraten en Valencia; si fuera este el caso, mi idea sería quedarme otro año, ya sería el tercero. Después continuaría trabajando desde Mallorca, donde tengo mis raíces y mi vida. Quién sabe si aquí el mundo de las fallas se pone de moda en la isla (río). De momento, en Es Toro, en Calvià, hay un espectáculo fallero desde hace unos años. Yo los ayuda en lo que puedo.
Por otra parte, otra opción que también tengo en cuenta es la de hacer en Valencia unos estudios de grado superior de Cerámica artística, que es algo que también me gustaría… Serían dos años. Ya me gustaría que se implantaran como formación reglada en Mallorca. Hace años, fui alumna de Joan Pere Catalá en la Escuela de Cerámica de Marratxí, y lo encontré muy interesante.
En todo caso, juntando mi faceta artística fallera y la de auxiliar de Enfermería, estoy trabajando en un proyecto para poder llevar a cabo en Mallorca talleres ocupacionales dirigido a personas con alguna discapacidad. Me haría mucha ilusión que este proyecto mopa adelante. En paralelo y en cualquier caso, mi idea es tener un taller propio donde plasmar lo que estoy aprendiendo ahora con los estudios: tematización, cabezudos … Yo somos muy inquieta y siempre mir adelante. Mi objetivo es acabar siendo maestra fallera.
-¿Hasta qué punto ha evolucionado el proceso de elaboración de las fallas?
-Muchísimo. Tenemos que pensar que 30 años atrás la base de todas las fallas era el cartón-piedra, mientras que hoy en día casi todas se hacen con poliéster (con corcho).
-Háblenos del trabajo que acaba de presentar, ‘Fusión cultural’.
-En Navidad, presenté un trabajo vinculado con Mallorca, elegí y hacer una payesa mallorquina negra con unos suricatos que proceden de continentes distintos para representar la diversidad en el mundo: no importa de dónde venimos, sino quiénes somos y lo que hacemos. Creo que gustó bastante. Ahora ya estoy pensando en lo que será el trabajo del último trimestre. Y luego, el trabajo de fin de grado, que titularé ‘Sant Antoni y el demonio’, que, además de estas dos figuras tan arraigadas e importante para nuestra cultura; añadiré un ceramista artesano, un gigante, un siurell y una olla; es decir, habrá un vínculo directo con Marratxí. Este será el proyecto final y tendré que presentar ante un tribunal formado por todos los profesores y tendrá, como todos los trabajos finales, el sello del registro de la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana. Por cierto, cuando haya terminado la formación tengo previsto montar una exposición en Marratxí para que los vecinos puedan ver todos estos trabajos.
-Como ve Marratxí a día de hoy?
-Estoy muy contenta y orgullosa que Marratxí sea tierra de barro. Y, aunque ya se hace, creo que es una cuestión que aún tenemos que reivindicar mucho más. Marratxí es un pueblo con mucha diversidad: Pla de na Tesa es un mundo, Sa Cabaneta es otro; Pòrtol, otro … Pero creo que, colaborando e interactuando entre los distintos núcleos, nos podemos beneficiar todos de nuestra diversidad como municipio. Como reivindicación, querría decir que las fiestas deberían repartir un poco más entre los diversos núcleos, justamente para cohesionar hacernos más entre todos. Ya he dicho al principio que yo somos muy luchadora: en este sentido, el año pasado pusimos en marcha la Asociación de Vecinos de Sant Llatzet, de la que somos la presidenta. Desde Valencia, opero a través del teléfono y el WhatsApp. Hacía siete años que en el barrio, en verano, hay celebrábamos ‘Sopar a la Fresca’, y pensamos que ya había llegado el momento de constituirnos en asociación para no perder la identidad de Sant Llatzet y para tener un acceso más directo al Ayuntamiento…