María Crespí: “Ya de niña tenía claro que la música sería mi vida”

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Acaba de cumplir 89 años, vive sola (aunque nunca se siente como tal), duerme siete horas escasas, conduce, hace tai-chi, gimnasia, camina una hora diaria, cocina, lee… No es raro que cuando se le pregunta si tiene tiempo para tocar el piano (una de sus grandes pasiones) responda contundente: «No siempre, porque tengo muchas cosas que hacer a lo largo del día…». Así es María Crespí, una referencia al Pla de na Tesa, donde durante más de 70 años ha sido organista de la parroquia, al igual que también ha instruido en la música a cientos de jóvenes. El día 16 de febrero, de manera totalmente inesperada para ella, el Ayuntamiento y los amigos de toda la vida le rindieron un emotivo homenaje.

-María, ¿cómo fue este homenaje?

-Me llevaron totalmente engañada, yo no sabía nada. Fue una gran sorpresa para mí. Días antes me dijeron que el 16 de febrero (sábado) convendría que estuviera en casa a las siete de la tarde. No pensé exactamente qué podía haber detrás de todo esto, aunque sí que sospeché mínimamente. Yo sabía que tenía que haber un concierto. Y, llegado el día, efectivamente, a las siete un grupo de amigos me llamaron y me dijeron que ya podía bajar. Y abajo, en casa, ya vi el alcalde, las ‘xeremies’.

Todos juntos fuimos hasta Ca Ses Monges, donde ya esperaba toda la gente invitada, no había nadie por la calle. Cuando llegué, los encontré a todos … Fue muy bonito, cuando entré en el salón de actos estaba todo el mundo. Todavía ahora me emociono al recordarlo.

-Remontémonos en el tiempo: vos nacistéis aquí mismo, en Can Membre…

-Fui la segunda de tres hermanos, si bien el pequeño murió al poco de nacer. Los padres llevaban el bar de Can Membre, negocio que había iniciado el abuelo. Mi madrina era maestra, y fue destinada a Randa, donde ya se quedó. Y cuando yo tenía sólo cinco añitos, en 1935, la acompañé porque los padres querían alejarme de aquí, porque Son Bonet era o podía ser foco de problemas. De aquella época en Randa, me vino la afición por la música (la gran pasión de mi vida) y también por la montaña.

-Y luego llegó el Conservatorio…

-Empecé a estudiar a los ocho años, y llegaba los primeros tiempos a pie, luego en tranvía y más tarde en bicicleta. Superado el primer curso de ingreso y solfeo, inicié la carrera de piano, que constaba de ocho cursos. Recuerdo especialmente profesores como Joan Maria Tomàs o Ignasi Piña. Y con 16 años (en 1946), ya la acabé. Tenía claro que la música sería mi vida.

-¿Cómo fueron los primeros pasos en este mundo?

-Empecé de ayudante del organista de la parroquia, Toni Jordà, un hombre pluriempleado, que hacía de todo y bien: era organista, cartero, ponía inyecciones y escribía las cartas para aquellos que no sabían escribir. Hay que recordar que en aquel tiempo el Pla de na Tesa se estaba despoblando de población nativa, de la misma manera que iban viniendo personas de la península. Y como no había (entonces) opción de dedicarse a impartir clases de música (piano en concreto), durante unos diez años ayudé a los padres en las tareas del bar.

-Pero el momento de la docencia particular terminó llegando a la vida de Maria Crespí…

-Afortunadamente, así fue. Cantidad de niños y niñas se introdujeron en el mundo de la música (y del piano en concreto) con mis clases. A menudo, los preparaba para el acceso por libre en el Conservatorio; este trabajo lo hice durante mucho tiempo; de hecho, no la dejé hasta hace unos diez años.

-También estuvo como organista de la iglesia del Pla de na Tesa hasta hace muy poco, como quien dice.

-De hecho, lo fui hasta el año pasado, y lo tuve que dejar a causa de una caída que sufrí y que me supuso una rotura de la mano derecha. La cantidad de curas que he visto pasar en todo este tiempo …. Y también he ayudado a la formación de corales parroquiales, lo que me ha hecho muy feliz siempre.

-Ya nos lo decíais hace un momento. La montaña también ha sido una gran pasión para vos.

-Ya lo creo. Cuando fui a Randa, me aficioné a es mundo, con cinco años. Con mis amigas, salíamos de clase a las cinco de la tarde, y, claro, estábamos a pie de montaña. Era muy habitual dar una vuelta. A veces, si el día era más largo, la tía nos dejaba ir a Cura, a través de un atajo que ahora ya no existe. En la montaña siempre he sido muy feliz: me he cansado mucho, me he mojado…, pero siempre ha valido la pena. Cuando estabas en lo alto de la montaña, donde ya no hay camino, y veías lo que veías, se te iba todo el cansancio.

La montaña me entusiasmaba, y he ido por toda Mallorca. Ya de más mayor, me apunté a Fomento de Turismo y hacíamos excursiones cada domingo, durante más de 50 años; mucho tiempo, hasta hace tres años, también fui con el grupo El Segall, de Gaspar Valero. El caso es que no hay ninguna cima importante en Mallorca que no haya subido dos veces: Puig Major, Tomir…

-Tanto a través de la música como de la montaña, que has hecho muchos amigos…

-Sí, así es. Yo tengo muchas amistades. La gente que he conocido en la montaña es muchísima. Muchos guías de Fomento de Turismo, de cuando yo era joven, ya están muertos. Yo los quería mucho. Y con la música, también, he conocido muchísima gente, sobre todo los que han pasado por los distintos coros de la parroquia. Cuando empecé a ayudar al organista, había un coro de hombres; y luego tuve chicas y gente mayor; muy pronto ya organicé un coro de niña. Han pasado tantas, tantas niñas, pero no las he contado nunca.

-Vos no os habéis casado nunca, vivís sola hace muchos años…

-Sí, así es, desde la muerte de mi madre. Pero nunca me he sentido sola, sino al contrario, lo que ocurre es ya no quedan muchas amigas de mi edad. A mí, siempre, la música y la lectura me han abierto muchos caminos en la vida. Y, por otra parte, nunca me aburro: hago tai-chi una vez a la semana, gimnasia dos veces; y además con las amigas, por la tarde, siempre vamos a caminar una hora de lunes a viernes: lo pasamos muy bien, nos reímos y nos contamos cuatro tonterías. Es un relax para todas, no nos cansa, lo necesitamos. Y además yo necesito hablar, me gusta. Sábado y domingo, voy por mi cuenta.

-Vos, una mujer muy activa y muy luchadora, ¿qué pensáis del feminismo?

-No sabría qué decirte. Las mujeres estábamos muy limitadas, pero también ahora se han pasado un poco. No sé si en el término medio nos iría un poquito mejor. Pero vamos, que era necesario un cambio, seguro. Ahora, cuando veo un matrimonio joven, veo que ellos llevan al niño, y que cuando llora a veces piden más por el padre que por la madre … pienso; ¡qué gran cambio! Esto es muy guapo, hemos avanzado mucho. A mi edad, era impensable ver a un hombre llevando un niño si tenía la mujer al lado. Al igual que empujar el cochecito. ¿Qué quiere decir? Parecía que los hombres estaban limitados por todo y que las mujeres no podían salir de su casa.

-Por cierto, vos conducís…

-Sí, hace unas semanas renové el carné, lo cual, por mi edad, tengo que hacer cada año. Me dijeron: «Muy bien, María, ahora ya hasta el año que viene». Y yo les dije que ahora de momento estamos, el año que viene ya veremos. ¿La muerte? Encuentro que es algo muy natural; si hemos nacido, tenemos que morir. Yo soy creyente, tengo mucha fe, pero también dudo. A veces pienso que si después de la muerte no hubiera nada más me llevaría una buena decepción.