«He cambiado el coche y las distancias por la bicicleta diaria»

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Bárbara Sureda tiene 27 años y un buen día de 2016 decidió hacer las maletas y buscar nuevas experiencias vitales en Holanda, más concretamente en Amsterdam. Graduada en Psicología, ya lleva tres año y medio, trabajando como asistente de responsable de un establecimiento de venta de ropa (assistant store manager). En este tiempo, se ha habituado a hacer de la bicicleta su medio de transporte cotidiano. En la ciudad donde vive es lo más normal del mundo …

-¿Por qué elegiste este destino?

-Después de hacer una investigación sobre cuál era el país que tenía un mejor nivel de inglés (y descartando desde el primer momento el Reino Unido porque no quería encontrarme con demasiados españoles en mi camino), decidí venir a Amsterdam, porque era la ciudad más preciosa en la que nunca había estado. Sin saber muy bien qué me encontraría ni tener demasiado más información sobre el país. Fue un poco arriesgado, pero conocía a varias personas que estaban viviendo aquí en ese momento que me animaron bastante a tomar la decisión y me ayudaron durante mi proceso de instalación.

-¿Cuál es la principal diferencia con respecto a la vida que llevabas en Mallorca?

-Apenas graduada en Psicología fue cuando decidí salir y empezar a trabajar en una tienda de ropa. Pasé de ser estudiante en el al campo a vivir en un piso céntrico; cambié el coche y las distancias por la bicicleta diaria, me separé de mis amigos de toda la vida para hacer amistades nuevas y empezar a hablar no uno sino dos idiomas más. Después te empiezan a cambiar los hábitos alimenticios, almuerzo y cena muy pronto, y empiezas a añorar las comidas de mamá y todos estos manjares típicos nuestros.

-¿Qué es lo que más extrañas de lo que tenías en Marratxí?

-Lo que más echo de menos es la familia. Cuando vivía en Mallorca estaba cansada de la rutina, la isla se me quedó pequeña y al final siempre hacía lo mismo. Pero cuando ahora regreso, valoro mucho más todo lo que tenía allí. Las comidas de los fines de semana y estar todos juntos, reunir a mis amigos y ponernos al día como si no hubiera pasado el tiempo.

-¿Qué es lo mejor y lo peor de vivir fuera de casa?

-Lo mejor para mí ha sido el hecho de vivir constantemente nuevas sensaciones. Conocer gente, aprender inglés y holandés, vivir en una ciudad en la que tienes cosas que hacer 365 días al año, aquí no tengo tiempo para aburrirme. Aprendes a ser mucho más tolerante, porque vives rodeada por diferentes culturas y haces amigos de diferentes partes del mundo, aprendes a respetar y ayudar a los otros, porque en algún momento te verás sola y la persona que menos esperas es la que te ayudará. Lo peor es que a veces te sientes sola, y lejos de lo que es tu casa, en ocasiones tienes sentimientos de ambigüedad porque sientes que perteneces a dos lugares diferentes al mismo tiempo.

-¿Tienes idea de volver a vivir en Mallorca? ¿En qué plazo?

-De momento, y viendo la situación actual de España, me pienso quedar un poquito más por Holanda. Aquí la calidad de vida es bastante alta y la ciudad tiene mucho para ofrecer para gente de mi edad, desde oportunidades laborales hasta ayudas para cualquier cosa. Ahora bien, siempre he dicho que mi futuro lo veo en Mallorca. Cuando mi cuerpo me pida un poco más de tranquilidad, me plantearé la vuelta.