¿Como ha variado su trabajo debido al COVID-19? ¿En qué consiste actualmente?
Nuestro trabajo consiste básicamente en ayudar a las personas necesitadas (suelen ser sobre todo personas mayores) en la higiene personal y en tareas domésticas. Intentamos en todo momento que tengan las necesidades básicas cubiertas. Lrs hacemos compañía, las compras… Normalmente, también los acompañamos a pasear, lo cual ahora, dentro del estado de alarma, no es posible. La verdad es que estas personas lo echan mucho de menos.
Hemos constatado que ha crecido el número de familias que demandan ayuda. Por un lado, porque tenemos que atender a personas mayores que habitualmente estaban en los centros de día, ahora cerrados. Tenemos que pensar que hay familias que no se pueden ocupar o bien porque trabajan o bien porque no quieren contagiar a sus mayores ni contagiarse ellos mismos. Aparte, también tenemos más demanda de compras de productos de primera necesidad y de productos farmacéuticos.
Uno de los hechos positivos es que entre las compañeras hay muy buena relación, y entre todos hacemos mucha piña. Tenemos, además, el apoyo de la psicóloga del Ayuntamiento, que nos pregunta en todo momento si estamos bien.
¿Cómo lleva el estrés que va asociado a su trabajo?
Es una situación dura psicológicamente para nosotros, que tenemos familia y que podemos tener miedo de contagiarnos y que, además, como es normal, tenemos que transmitir una sensación de seguridad y de positividad a las personas que estamos ayudando estos días. Ya siempre, en nuestro trabajo, llevamos guantes, pero ahora, como corresponde, utilizamos también máscaras, patucos, gorra y batas desechables. Como medida de seguridad y de prevención, cada semana cada una de nosotros está en contacto con los mismos usuarios.
¿Le ha comportado cambios en la relación familiar en su casa?
En nuestra casa, también hay mucho estrés. Por un lado, yo trabajo con personas de riesgo. Por otro, mi pareja trabaja como celador en un hospital. Al llegar a casa, seguimos unos protocolos higiénicos de manera obligada: nos quitamos la ropa y la lavamos; nos duchamos. Particularmente, tengo que decir que no es fácil desconectar de tu día a día profesional, y estás pensando siempre en aquella abuela o aquel abuelo.
¿Cómo valora el comportamiento de la ciudadanía de Marratxí?
Yo hablaré del comportamiento de los usuarios, que son las personas con las que tenemos trato directo. Nos hacen muchas preguntas, porque creen que nosotros tenemos mucha más información que ellos. Tienen mucho miedo e incertidumbre porque no saben muy bien cuando acabará todo esto. Nos preguntan si deben limpiar las cortinas, el sofá… Como he dicho, muchas de estas personas están solas. Algunas porque no tienen familia y otras porque, aunque tienen, no reciben visitas de sus hijos o nietos por culpa del miedo del contagio.
¿Qué lecciones podemos extraer de esta pandemia y del confinamiento?
Creo que este episodio tan duro de nuestras vidas nos han de ayudar a acercarnos más a los demás. De hecho, ya ahora mismo ves como muchos de vecinos se ofrecen para ir de compras para las personas necesitadas. Otros, telefonean voluntariamente a las personas que viven solas.