Después de completar el grado de Psicología en la Universidad de las Islas Baleares (UIB), Maria de Lluch Rayo Llinàs matricularse en 2014 en el máster ‘Políticas y Prevención de la Violencia de género’, concretamente en el itinerario ‘Géneros y altas capacidades intelectuales ‘. Compaginando estudios y trabajo, lo terminó en 2016, con un trabajo de fin de máster titulado ‘La inteligencia también es bella: ¿Qué vemos primero, su belleza o su capacidad?’ Un trabajo que ahora la misma UIB le ha reconocido con el primer premio de trabajos de fin de máster de los Premios Agenda 2030 de la Oficina de Cooperación al Desarrollo y Solidaridad.
-De entrada, enhorabuena porque no todos los días se gana un premio de esta envergadura. ¿Te lo esperabas?
-Me lo esperaba y no me lo esperaba, el premio, ya que por un lado creo que es muy interesante y que puede aportar cosas muy positivas en la educación de los jóvenes; por otra parte, era consciente de que también había mucha competencia: había trabajos muy buenos en distintas áreas. Finalmente, ha sido uno de los trabajos premiados y estoy muy contenta. Siempre es de agradecer que se reconozca un trabajo hecho por ti. Entregué el trabajo al finalizar el máster que cursé entre 2014 y 2016, sobre políticas de igualdad. Como que a mí siempre me han interesado mucho los temas de feminismo, igualdad, violencia de género, me lancé de cabeza. Lo compaginé con el trabajo que hacía entonces, con niños con Trastorno por Déficit de Atención (TDA).
-¿Cuáles son los grandes objetivos que se plantea el trabajo? ¿Cuánto tiempo has invertido?
-Los objetivos me los planteé en un doble ámbito. Por un lado, visibilizar a mujeres que han sido relevantes en ámbitos olvidados, como la ciencia… Por otra parte, intentar potenciar que niñas en edad de estudiar tengan interés por formarse en estas materias. Son dos objetivos relacionados el uno con el otro. El trabajo va destinado y enfocado a población joven, de entre 14 y 16 años, de tercero y cuarto de ESO.
-¿Por qué este público tan concreto?
-Son las edades en que, según se ha demostrado, las niñas comienzan a establecer su autoconcepto y encaminar sus decisiones hacia el futuro. Desde este planteamiento, es el público-diana para actuar en esta desigualdad de género. Hay mucha bibliografía en esta área. Lo que yo planteo es una especie de taller planteado en seis sesiones, cada una con una temática concreta: astrología, inventos, física, química, Premios Nobel, altas capacidades, en el que se pone de manifiesto que en nuestros días hay desigualdad. En una de las sesiones, por ejemplo, se plantea a los niños y niñas que cierren los ojos y que se imaginen una persona dedicada a la ciencia. A los niños, les digo que está bien si han pensado en un hombre, porque es su sexo de referencia; en cambio, a las niñas les digo que no tan bien, porque deberían pensar en una mujer científica.
-El título del trabajo ya es bien significativo: ‘La inteligencia también es bella. ¿Qué vemos antes, su belleza o su capacidad ‘?
-Fue mientras iba haciendo el trabajo. Le comenté a mi tutora (Rosabel Rodríguez, que es psicóloga y educadora, además de especialista en altas capacidades) y le gustó como título. A la hora de responder a la pregunta del mismo título, yo diría que deberíamos ver por igual su belleza o su capacidad, ambas. Este es el objetivo, pero tenemos mucho camino por recorrer todavía. Si te dicen que te imagines una mujer científica, no imaginas una mujer (rubia o morena), guapa, delgada, alta, según los cánones de belleza actuales… Pero en cambio, ha habido actrices muy importantes que también han demostrado mucha capacidad en otras áreas. Mayim Hoya Bialik, protagonista de Big Bang Theory, es una mujer guapísima y, en cambio, a la serie la pintan fea, vestida con ropa antigua… Hoya Bialik, además de actriz de renombre, es también una física muy importante.
-Argumentas en el trabajo que una mujer inteligente no podía ser bella, no podía ser guapa…
-Es una discordancia. Muchas niñas con altas capacidades tienen como objetivo personal agradar a los demás, lo que les impide seguir adelante y potenciar sus capacidades. Como decía, es evidente que ha habido muchas mejoras en términos de igualdad de género, pero aún tenemos que continuar trabajando. Yo siempre digo: si las mujeres que lucharon para que todas las mujeres pudiéramos votar no hubieran perseverado en la reivindicación, hoy todavía no votaríamos… Y cuidado: no digo nadie muera en la lucha, está claro que no. Nosotros somos quiénes somos gracias a ellas, y las mujeres del futuro serán lo que serán gracias a nosotras. Por lo tanto, debemos pensar en las mujeres que vendrán detrás de nosotras.
-Haces en el trabajo análisis de los distintos agentes de socialización en la perpetuación de esta prevalencia de la belleza a las capacidades personales …
-Sí, hablo de educación, familia, sociedad y, especialmente, de los medios de comunicación. El primer agente en importancia sería la familia, que en parte te hace ser quién eres: todo el mundo, como dicen, es de su padre y de su madre, aunque eso no quita que una persona pueda evolucionar y seguir el propio camino, cambiando o no su forma de pensar respecto a los progenitores. Por otra parte, la escuela también es muy importante en este sentido, claro. Antes (no sé ahora), los baberos eran azules para los niños y rosas para las muñecas. No es necesario. Hasta que nacemos estamos protegidos, una vez hemos nacido ya nos empiezan a clasificar. En mi caso, mis padres no quisieron saber hasta el momento del parto si yo sería una niña, como tampoco lo quisieron saber de mi hermano. Más globalmente, también es evidente que la sociedad en la que vives también es un agente a tener en cuenta respecto a la consolidación de determinados patrones. Poco a poco, te vas volviendo más crítica, empiezas a ver referentes políticos con unos ideales u otros, con los que te identificas más o menos. Finalmente, respecto a los medios, los anuncios de televisión son un ejemplo clarísimo, el más representativo de lo que nos ponen en la mente… No sale ninguna persona que no sea guapa, con rasgos faciales atractivos. Y la televisión es el medio con más impacto sobre la juventud.
-Hablas de las «mujeres invisibilizadas», con una referencia contundente a los Premios Nobel.
-Así es. Al trabajo hay explico la gran diferencia en número entre Premios Nobel masculinos y femeninos. De 1901 hasta 2014 (estos son los datos que evalué), hubo 47 mujeres premiadas por 806 hombres reconocidos desde el origen del Premio. Y de las 47 mujeres, solo 17 pertenecían al ámbito científico (11 por fisiología o medicina, cuatro por química y dos por física). Esto quiere decir que la mayoría lo han recibido por trabajos en el ámbito social. Y una de las 17, Marie Curie, ganó dos. Estas cifras demuestran que en el pasado las mujeres se dedicaron mucho más a la familia que a estudiar, bien porque no podían, bien porque no les dejaban. También hay casos de hombres que se aprovechaban del trabajo de mujeres a las que no se dejaba presentar a concursos por el hecho de ser mujeres… Tenemos, por ejemplo, el caso de Víctor Català, que toda la vida firmó sus obras así, cuando era una mujer llamada Caterina Albert.
-Tenemos mucho trabajo por hacer todavía…
-Está claro que sí. Igualdad real, no sé si la llegaré a ver. En todo caso, creo que se ha avanzado un 40% del camino, por lo que aún quedaría un 60%, que es mucho. En todo caso, y hablo por mí, por mi entorno, tengo que decir que todas las chicas nos hemos dedicado a hacer lo que hemos querido. Pero, claro, es una franja de población muy pequeña y, por tanto, no representativa del conjunto de la sociedad.
-También es un hecho que en las Illes Balears tenemos una presidenta, Francina Armengol.
-Ciertamente, y es algo muy positivo y a destacar. Ahora bien, también hay que decir que en el Gobierno de España aún no ha habido una mujer presidenta. De hecho, los cabezas de lista de todos los partidos en las últimas elecciones generales han sido solo hombres.
-¿Cómo ves Marratxí?
-Diré de entrada y como anécdota que mi bisabuelo, Bartomeu Salvà, hizo los bancos de la iglesia del Pont d’ Inca, donde siempre ha vivido mi familia, lo que de niña siempre recordaba a las amigas. Marratxí es un municipio donde no hay un sentimiento de pueblo, como sí pueden tener, por ejemplo, Sóller o Consell. Aquí somos un municipio de pequeños pueblos o núcleos; donde mucha gente trabaja fuera. No hay una salida laboral muy amplia, al margen del sector servicios. Y también creo que, al igual que ocurre en Palma y otros lugares, los precios del alquiler y la compra de viviendas están imposibles para la gente joven.