La alfarería Can Bernadí, catalogada como comercio emblemático por el IDI (Instituto de Innovación Empresarial de las Islas Baleares) nació en 1806 en Marratxí, según prueban los documentos, pero Elionor Amengual, actual propietaria, está convencida de que la alfarería es aún más antigua porque «mis bisabuelos ya trabajaban», explica.
Can Bernadí se dedicaba inicialmente a lo que entonces más se empleaba, como las cazuelas de barro y los platos, pero «más adelante hicimos objetos de jardinería y decoración del hogar, y actualmente aparte de todo esto también hacemos objetos para iluminación, baño, regalos personalizados y todo tipo de utensilios para la cocina».
Elionor Amengual cuenta que uno de los factores que más han influido en la evolución del negocio han sido las ferias, como una forma de dar a conocer por toda Mallorca la producción y los diseños de la alfarería, y posteriormente las redes sociales, que han ayudado a que los diseños de Can Bernadí llegasen a gente de todas partes con una agilidad y dinamismo que han favorecido la comercialización.
Elionor explica que una de las claves para que Can Bernadí haya superado los 200 años de vida es «que los clientes saben que todos los objetos de barro son producidos íntegramente en el taller». Además, subraya el rasgo diferencial de que cada cliente puede personificar las piezas y, además, pueden hacer el seguimiento del pedido, y hacer modificaciones, a través de aplicaciones como el whatsapp.
Durante más de dos siglos las diferentes generaciones que han estado al frente de Can Bernadí han atravesado por todo tipo de crisis, pero ninguna tan especial como la de 2020, con una pandemia, un confinamiento, y casi un año sin turistas ni tampoco ferias donde poder vender sus productos. «Gracias a la primera ayuda que concedieron durante el confinamiento a los autónomos pudimos sobrevivir esos meses, y luego la respuesta positiva de los clientes y la cantidad de trabajo que nos ha llegado desde las redes sociales, donde hemos aprovechado para mostrar nuestro trabajo a través de Instagram y Facebook, lo que nos ha permitido continuar con el negocio».
En Can Bernadí trabajan Elionor y su madre, quien «se encarga de hornear y organizar el almacén y la tienda mientras que yo me encargo de la producción de las piezas y de la difusión en las redes sociales. Por las noches busco en internet información de nuevos modelos y decoraciones actuales para poder introducir nuevos diseños».
Elionor define Can Bernadí como «un espacio cerámico donde creamos piezas de barro a mano personalizadas y artesanales». El principal cliente de Can Bernadí es el cliente local de Mallorca, seguido de los turistas, y también las ferias «son importantes para complementar los ingresos».
Elionor reconoce que durante la pandemia han comenzado a hacer un uso constante de las redes sociales, lo que ha tenido un impacto positivo en el negocio y, además, ha sido uno de los principales aprendizajes de la pandemia y la distancia social, que ha potenciado mucho la venta online.
Los clientes, ya sean mallorquines, nacionales o extranjeros, no se diferencian entre ellos. Todos buscan una pieza artesanal hecha a mano y a buen precio. Elionor explica que Can Bernadí mantiene intactas sus señas de identidad desde hace más de 200 años, «conservamos la decoración tradicional a pincel sobre barro marrón».
La propietaria de Can Bernadí defiende que, en medio de la globalización y de la estandarización de los productos, alfarerías como la suya ofrecen un factor diferencial. «Nosotros hacemos piezas únicas hechas a mano y personalizables. Hay quien quiere piezas de toda la vida mientras que la gente joven busca piezas actuales llenas de color y originales «.