Gori Bibiloni: «La clave de nuestro éxito ha sido creer siempre en lo que hacemos»

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Nacido en Sa Cabaneta, Gori Bibiloni fue uno de los cofundadores, en 1976, de la empresa Carob, conjuntamente con Pep Joan Jaume y Joana Cifre. Hoy, es una de las empresas líderes mundialmente en la goma de garrofín, que se usa en muchos de los alimentos que consumimos a diario. Carob lo exporta a 23 países, para lo cual se hace necesaria una gran producción y un sofisticado tratamiento (5.000 toneladas de garrofín anuales; 40.000 de algarroba entera). En términos de facturación, la empresa cerrará el ejercicio 2018 con 15 millones de euros, lo que la convierte en una de las más importantes de las Islas.

-¿Cómo y dónde comenzó a trabajar?

-Mi padre quería que trabajara en la banca, «para estar a la sombra», pero, tras estudiar Profesorado Mercantil (hoy diríamos economista) empecé a trabajar en el Grupo Fontanet, donde empecé a relacionarme con el mundo de la algarroba. En un principio, parecía una utopía hacer negocio con ello, pero con mi socio hicimos unas pruebas y vimos que era factible. Así, en el año 1975 nació la idea de crear una sociedad, con sede en Son Sardina, pensada para comida de perros y gatos. En 1976, vendimos el primer contenedor a Inglaterra, y el año después ya fueron seis. Aquello era todo un reto para nosotros, pero creíamos en lo que hacíamos. Un campesino amigo mío, Tomeu ‘Coloma’, me dijo un día: «Si te metes en el mundo de la algarroba, no saldrás nunca más». Ha tenido razón. Recuerdo también que un día tuvimos una reunión con un empresario valenciano. Nos dijo, con palabras no demasiado amables, que no teníamos nada que hacer, y yo le comenté a Pep Joan: «Tengo la impresión de que estamos de un buen negocio…».

-¿Cómo y por qué decidieron a instalarse en el Polígono de Marratxí? ¿Por qué pensaron en la goma de garrofín…?

-El 1980, por las necesidades de la empresa, montamos una fábrica en Marruecos, aunque continuábamos con alimentación para perros y gatos. Pero cuando pensamos enfocarnos en la goma de garrofín para alimentación humana pensamos que era el momento de instalarnos en el polígono de Marratxí. Era 1981 o 1982. El polígono no tenía nada que ver con lo que es hoy: estaba diseminado, había cuatro empresas contadas y las ratas corrían libremente… El gran punto de inflexión fue a mediados de los ochenta con el acceso directo desde la autopista.

-¿Cuál es la clave del éxito de Carob?

-Son, en mi opinión, distintos factores. Por un lado, nosotros creímos siempre en lo que hacíamos, en nuestro producto. Por otro lado, una clave muy importante para Carob ha sido la investigación constante, derivada de nuestra apuesta clara y permanente por la calidad. Hemos estado muchos años investigando el ADN de la algarroba, lo que nos ha dado una muy buena reputación a escala mundial; esto y el hecho de que tengamos todo el proceso mecanizado. Tenemos que pensar que nosotros competimos con empresas multinacionales, y sólo lo podemos hacer si ofrecemos calidad máxima y rapidez en la toma de decisiones y en la entrega de los pedidos. En este sentido, por ejemplo, tenemos (desde 2004) un centro de distribución en Baltimore, en Estados Unidos, para abastecer el mercado estadounidense. Esto nos permite una rapidez en la entrega del producto que nos da una ventaja importante respecto a nuestros competidores. Además de todo esto, hay que decir, porque es la verdad, que siempre hemos hecho trabajado mucho (sábados y domingos incluidos) y que, los primeros 25 años, los socios fundadores decidimos consensuadamente que los beneficios de la empresa se reinvertirían en la misma año tras año, y así lo hicimos.

-Por otra parte, ¿cuáles han sido las principales dificultades?

-Sin duda, el coste elevado que pagamos por la insularidad. Al principio, el coste era pequeño porque toda la materia prima la obteníamos de Mallorca, pero el producto local sólo nos da para trabajar unos 60 días de los 203 o 204 hábiles que tiene cada año, de manera que, a medida que hemos dependido de algarroba de fuera (la recibimos de Valencia, Málaga, Marruecos, Argelia, Turquía o Grecia…), el coste de la insularidad se ha ido multiplicando. El caso es que la insularidad supondrá este año un coste para nosotros de 475.000 euros. Un ejemplo claro y bien reciente del alto coste de la insularidad es la cementera Cemex, en Lloseta, que ha decidido cerrar aquí y trasladarse a otro lado. En definitiva, desde el punto de vista empresarial, no habría motivos sostenibles para justificar que Carob se mantenga en Mallorca, más allá de criterios de romanticismo y de mallorquinidad, ya que los socios fundadores somos todos de aquí y tenemos muchas de familias que trabajan en la empresa.

-¿En qué proyectos de futuro están trabajando actualmente?

-Como quiera que, por la situación que he descrito, tenemos que recurrir a algarroba de fuera de Mallorca, porque aquí hay mucha que no se recoge, hemos optado por cultivar en los próximos meses una plantación de 5.000 algarrobos en Manacor; comenzarán a dar sus frutos a partir del quinto año. Todo el proceso (excepto la poda, que es muy compleja) estará mecanizado. Además, será en regadío y con aguas depuradas.

-Carob ha sido innovadora y pionera en muchos aspectos. Llama la atención, ahora que se habla tanto de paridad, que el equipo directivo actual de la empresa está integrado totalmente por mujeres.

-Es que la cosa es muy clara. La paridad, cómo se plantea, es un absurdo desde mi punto de vista. La paridad no ha de venir determinada por la legalidad sino por los méritos de la persona, sea hombre o mujer, persona que habrá tenido una preparación adecuada y extensa para ocupar tal o cual lugar. Es como yo lo veo. Creo que se debe premiar la valía de cada uno, el esfuerzo y el conocimiento.

-¿Qué consejo le daría a un joven que se está formando y que quiere entrar en el mercado laboral con garantías?

-Creo que muchas de empresas (como mínimo, la nuestra) nos encontramos que a la hora de contratar un profesional, hay muchos de graduados y, en cambio, pocos técnicos. Pienso que esto merecería una reflexión importante del sector educativo; en este sentido yo siempre he sido un gran defensor de la Formación Profesional Dual, que combina estudios con práctica en las empresas. Esto evitaría, como ocurre en la actualidad, que muchos jóvenes cuando se incorporan al mercado laboral se encuentren con un mundo desconocido, o desconocido en buena parte. Por otra parte, yo creo que es del todo recomendable, por no decir muy necesario, que los jóvenes salgan al menos un año al extranjero, donde experimentarán otra manera de vivir y de trabajar que les dará una base muy importante a la hora de tratar con personas de distintas culturas. Por lo tanto, será un valor añadido muy importante en su formación. Además de eso, si uno quiere ser empresario (o emprendedor, como dicen ahora) debe trabajar con constancia y determinación, y sin tener prisa… Normalmente, los que quieren correr demasiado se estrellan..

-¿Cómo ve Marratxí en la actualidad?

-Creo que, en buena parte, Marratxí es una ciudad dormitorio de Palma, con todo lo que ello conlleva. Todos sabemos que nuestro municipio tiene muchos núcleos diseminados, y esto también es una singularidad a destacar. Creo que por esta misma dispersión, todos usamos regularmente el coche, deberíamos apostar por el transporte público. Por otra parte, por la misma dispersión geográfica, tampoco hay un sentimiento de pueblo demasiado fuerte; esto quizás sólo se da en Pòrtol; el resto son más individualistas, por decirlo así.

-Ahora está jubilado, ¿cómo lo lleva?

-Efectivamente, desde 2011 estoy jubilado, que no retirado. Hago cosas que antes no tenía tiempo de hacer, pero en la empresa saben bien que siempre que me necesitan para cualquier cosa, aquí estaré.