Las llamadas gerres de taronger llevan a cabo, salvando las distancias, una función similar a la de los tiestos, en el sentido de que permiten el crecimiento de plantas y árboles. Hablamos de un recipiente cerámico (desde el punto de vista estético, similar a la jarra, pero sin asas) que se entierra casi íntegramente en el huerto o el jardín (sólo se deja a la superficie el cuello, unos dos o tres centímetros) y se llena de agua cada cierto periodo de tiempo… Finalmente, las semillas de las plantas que se han plantado cerca del recipiente germinan y se enroscan y se «abrazan» (como por arte de magia) en las paredes de la jarra. A día de hoy, en Marratxí, únicamente Pere Coll, a la alfarería que lleva su nombre en Pòrtol, las hace a día de hoy.
A todo esto, en 2014, el ceramista Joan Pere Catalá-Roig fue el ganador del concurso de «Producto» de la sección de Artesanía convocado por el Consell de Mallorca, con un trabajo en el que hace un estudio de lo que él mismo llama «botelles de reg«, que tendrían muchos puntos en común con las jarras de naranjo. El trabajo en cuestión, Català-Roig lo presentó conjuntamente con la bióloga Andrea Schimpf. «Todo lo que tenga que ver con la investigación y la investigación en el mundo de la cerámica es algo que me resulta interesante», explica Català-Roig.
En la introducción, explica que «las botellas o jarras de terracota se utilizan desde hace más de 4.000 años como sistema de riego lento y localizado. Actualmente, siguen en uso en diferentes zonas del mundo, tales como África, Asia y América Latina, particularmente en zonas áridas donde el agua es un recurso escaso. El riego con botellas es considerado como uno de los métodos más antiguos y eficientes en zonas áridas porque permite un suministro de agua constante y lento en la zona de las raíces de las plantas, evitando así las pérdidas de agua a través de la evaporación en la superficie del suelo. En Mallorca existía la jarra de naranjo, actualmente en desuso».
El sistema que proponía Català-Roig es de «riego localizado y lento basado en la microporosidad de la tierra cocida, que permite un suministro constante y lento de agua a las plantas en el lugar donde estas realmente la necesitan: las raíces». El sistema permite destaca por un cierto grado de autorregulación, de manera que el agua no sólo fluye entrega en todas direcciones, sino especialmente hacia donde se produce una mayor succión.
Así, las pruebas de pastas cerámicas llevadas a cabo, culminadas en una cocción en un horno de leña, se encaminaron a conseguir un material con una porosidad determinada que dejara fluir el agua, pero no en exceso. El tamaño de las botellas permite una autonomía de tres a seis días.
El trabajo explica igualmente que la pasta más idónea para la elaboración de la botella de riego es el barro común. «Una botella puede suministrar agua hasta cinco plantas, combinando dos plantas con mayores requerimientos hídricos (berenjena, tomateras, pimenteros), con tres plantas más pequeñas (albahacas, judías, flores, etc.) aprovechando asociaciones benéficas entre plantas. De promedio, una botella sembrada así utiliza entre 1,2 y 1,5 litros de agua en días de mucho calor».
Así, las botellas de riego son un sistema de riego apto para el cultivo de pequeños huertos familiares, huertos urbanos y cultivo con macetas. Entre las ventajas que se derivan hay el ahorro de agua y el tiempo de riego.